jueves, 26 de mayo de 2016

Hombres versus insectos (Bertrand Russell, Elogio de la ociosidad):

Elogio de la ociosidad es un compendio de artículos escritos por el filósofo analítico Bertrand Russell entre los años 20 y 30. En los artículos Russell ataca al trabajo, presenta la posibilidad de una sociedad socialista no sujeta al trabajo alienante o repasa los acontecimientos previos que auparon al fascismo en Europa durante esas décadas.
 

Bertrand Russel envejecido con un sombrero
Bertrand Russell
Hombres versus Insectos:

«En medio de guerras y rumores de guerra, mientras las propuestas de "desarme" y los pactos de no agresión amenazan a la raza humana con un desastre sin precedentes, otro conflicto, quizá más importante aún, recibe mucha menos atención de la que merece: me refiero al conflicto entre los hombres y los insectos.

Estamos acostumbrados a ser los amos de la creación; ya no tenemos oportunidad de sentir miedo, como los hombres de las cavernas, de leones y tigres, de mamuts y jabalíes. Pero, mientras los grandes animales han dejado de amenazar nuestra existencia, otra cosa sucede con los pequeños. Ya una vez en la historia de la vida sobre este planeta, los grandes animales cedieron el terreno a los pequeños. Durante varias edades, los dinosaurios vagaron, indiferentes, por bosques y pantanos, sin temer más que a sus congéneres, y sin poner en duda lo absoluto de su imperio. Pero desaparecieron, para dar paso a minúsculos mamíferos -ratones, pequeños erizos, caballos diminutos, no mayores que ratas, y otros por el estilo-. No se sabe por qué desaparecieron los dinosaurios, pero se supone que tenían cerebros muy pequeños y se dedicaban a desarrollar armas ofensivas en forma de numerosos cuernos. Como quiera que fuese, no fue a través de su línea que se desarrolló la vida.

Los mamíferos, al alcanzar la supremacía, comenzaron a aumentar de tamaño. Pero el más grande de la tierra, el mamut, se extinguió, y los demás animales grandes se han hecho escasos, excepto el hombre y los que el hombre ha domesticado. El hombre, con su inteligencia, ha conseguido hallar alimento para una numerosa población, a pesar de su tamaño. Está a salvo, excepto por lo que se refiere a las pequeñas criaturas -los insectos y los microorganismos-.

Los insectos tienen una ventaja inicial en su número. Un bosque pequeño puede contener tantas hormigas como seres humanos hay en todo el mundo. Tienen otra ventaja en el hecho de que se comen nuestros alimentos antes de que estén maduros para nosotros. Muchos insectos nocivos, que solían vivir sólo en algunas zonas relativamente reducidas, han sido transportados involuntariamente por el hombre a nuevos ambientes, donde han causado inmensos daños. Los viajes y el comercio son útiles a los insectos, así como a los microorganismos. La fiebre amarilla sólo existía en el África occidental al principio, pero se extendió a todo el hemisferio occidental con la trata de esclavos. Actualmente, a causa de las exploraciones en África, va avanzando gradualmente hacia el este a través del continente. Cuando alcance la costa oriental, se hará casi imposible evitar que invada la India y la China, donde cabe esperar que reduzca la población a la mitad. La enfermedad del sueño es un mal africano todavía más mortífero, que se va expandiendo por momentos.

Afortunadamente, -la ciencia ha descubierto medios para mantener a raya las plagas de insectos. En su mayor parte, son propensos a tener parásitos que producen tal mortalidad entre ellos, que los supervivientes dejan de ser un problema serio, y los entomólogos se ocupan de estudiar y criar tales parásitos. Los informes oficiales de sus actividades son fascinantes; están llenos de frases como ésta: "Salió para Brasil, a requerimiento de los plantadores de Trinidad, en busca de los enemigos naturales de la cochinilla harinosa de la caña de azúcar". Cabría pensar que la cochinilla harinosa de la caña de azúcar tiene pocas oportunidades en esta contienda. Desgraciadamente, en tanto la guerra continúe, todo conocimiento científico es un arma de dos filos. Por ejemplo, el profesor Fritz Haber, que acaba de fallecer, inventó un proceso para la fijación del nitrógeno. Él pensaba incrementar con ello la fertilidad del suelo, pero el gobierno alemán utilizó el descubrimiento para la fabricación de altos explosivos, y no hace mucho desterró al inventor porque prefería el abono a las bombas. En la próxima gran guerra, los científicos de cada lado fomentarán las pestes en las cosechas del otro, y puede que resulte difícilmente posible destruir las plagas cuando llegue la paz. Cuanto más sabemos, más daño podemos hacernos los unos a los otros. Si los seres humanos, en su furia contra sus semejantes, invocan la ayuda de los insectos y de los microorganismos, como harán, sin duda, si hay otra gran guerra, no es en modo alguno improbable que los insectos sean al cabo los únicos vencedores... Quizá, desde un punto de vista cósmico, no sea cosa de lamentar; pero, como ser humano, no puedo contener un suspiro por mi propia especie».

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